Las pacientes asumen que cualquier patología llamada “cáncer” tiene capacidad letal si no se trata. Sin embargo, los resultados de un estudio observacional reciente con más de 100.000 pacientes diagnosticadas de CDIS indican la conveniencia de replantear algunas de las prácticas habituales, tanto diagnósticas como terapéuticas, en relación al carcinoma intraductal.
El dato clínico más relevante del estudio fue que la prevención de la recidiva ipsilateral infiltrante no previene la muerte por cáncer de mama.
Otro dato sorprendente fue que la mayoría de mujeres que murieron tras un DCIS en EEUU durante el período del estudio, nunca experimentaron una recidiva infiltrante antes de desarrollar enfermedad metastásica. Este dato cuestiona el dogma de que el CDIS es un precursor obligado del carcinoma infiltrante.
La evidencia disponible sugiere que, aunque algunos CDIS pueden progresar a carcinoma infiltrante, en torno al 80%, no recidivarán ni producirán muerte por cáncer de mama, siendo susceptibles de tratamiento hormonal preventivo o incluso observación exclusivamente en los casos de bajo grado.
¿Debemos seguir llamando “cáncer” a estas lesiones? ¿Debemos seguir irrumpiendo en la vida de nuestras pacientes con una palabra que no refleja la evolución natural de la enfermedad para la mayor parte de ellas? ¿Existe evidencia biológica que permita no llamar “cáncer” a lesiones de bajo riesgo y escaso potencial maligno?
Incorporar la historia natural de la enfermedad al paradigma de la patología y reconocer en la biología de cada lesión el determinante del tiempo de progresión implica dejar de considerar el DCIS como una emergencia sanitaria y considerar la observación como una parte integral de su diagnóstico y tratamiento.
Jefe de Servicio de Patologia
Hospital LLuis Alcanys