La cronificación del cáncer de mama con metástasis: esperanza ante la falta de una cura definitiva
Fuente: www.elmundo.es
La percepción social que se tiene respecto al cáncer de mama, en líneas generales, es la de un proceso duro y difícil al que las pacientes se sobreponen tras la extirpación del tumor. Se trata de una creencia errónea, alimentada por las historias de superación que proliferan cuando llega el 19 de octubre, día mundial de esta enfermedad. La realidad es que, de los más de 30.000 casos que se detectan cada año en España (35.001 en 2023, según estimaciones de la Red Española de Registros de Cáncer), un 30% terminan en metástasis e invaden otros órganos del cuerpo. Y esto, a día de hoy, es incurable.
«El cáncer de mama metastásico se ha convertido en la principal causa de muerte en mujeres de entre 35 y 55 años y supone más de 6.000 muertes al año. En 2023, concretamente, 6.500», afirma Pilar Fernández, presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico (Aecmm). Esta organización, creada en 2017 por pacientes con metástasis, representa, en palabras de Fernández, «la otra realidad del cáncer de mama». Además de la sensibilización, uno de sus principales objetivos es la búsqueda de vías de financiación para impulsar nuevos proyectos de investigación.
A falta de un tratamiento que resulte 100% efectivo, Fernández espera que se esté llegando a la «cronificación de la enfermedad», es decir, que cada paciente pueda convivir con el cáncer sin morir a causa de la metástasis. Esto, como recuerda la presidenta de Aecmm, es algo que «ya se ha conseguido anteriormente, por ejemplo, con el VIH».
En busca de esa cronificación, y con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las enfermas, gran parte de la investigación actual se centra en un diagnóstico más temprano del cáncer. El doctor Rafael López, jefe del Servicio de Oncología Médica del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS), señala nuevas vías para conseguir pronósticos más eficaces y rápidos. Por ejemplo, «la biopsia líquida o nuevos métodos radiológicos para conseguir un mejor control local, a la vez que resultados estéticos».
Para una precisión mayor en los pronósticos, la comunidad médica está ahora apostando por una clasificación de las pacientes según las características propias de cada tumor. Teniendo esto en cuenta, hay una serie de perfiles moleculares de cáncer según la expresión en el cuerpo de tres proteínas: el receptor de estrógenos (RE), el receptor de progesterona (RP) y el receptor del factor de crecimiento epidérmico humano 2 (HER2). Este último está cambiando el paradigma del tratamiento de la enfermedad. Su expresión se define como positiva o negativa a través de pruebas específicas que miden la cantidad de esta proteína contenida en una célula cancerígena. Por el momento, alrededor de la mitad de todos los cánceres de mama presentan niveles bajos de expresión de HER2 (ni positivos ni negativos), pero se hace necesaria la identificación de este nuevo subtipo molecular e incorporar a este grupo de tumores a los algoritmos de diagnóstico.
Todo esto, desarrolla López, determina los pasos a seguir a la hora de asignar la medicación concreta en caso: «Se están incorporando nuevos tratamientos que permiten mejores resultados en su supervivencia y calidad de vida como, por ejemplo, inhibidores de ciclinas, fármacos contra el receptor de estrógenos y protein-quinasas». Además, como recuerda, en su combinación «con la inmunoterapia y los anticuerpos conjugados hay puestas muchas esperanzas»
ACCESO A LA INNOVACIÓN
Otro factor que entra en juego para la detección temprana de la enfermedad son los ensayos clínicos, que pueden ayudar a descubrir nuevos comportamientos de la metástasis. El International Breast Cancer Center (IBCC), una institución que ha reunido a profesionales médicos de distintas áreas (oncólogos, radiólogos y cirujanos) para tratar esta patología de una forma multidisciplinar, apuesta firmemente por la creación de unidades específicas de pruebas. «Al tratarse de una enfermedad incurable, siempre se buscan nuevos fármacos que mejoren los existentes, por lo que la investigación clínica es una parte fundamental de la asistencia a las pacientes», añade el doctor Javier Cortés, director del IBCC en Barcelona. En ocasiones, añade, «el mejor tratamiento para una paciente es un estudio clínico».
Según los datos que manejan en Aecmm, España es el segundo país en reclutamientos y ensayos clínicos relacionados con este tipo de cáncer tras EEUU. Sin embargo, esa actividad innovadora no llega a tiempo a las pacientes, por lo que acortar los plazos de financiación pública se ha convertido en otra de las grandes peleas de la asociación. Tal como explica su presidenta, «el plazo recomendado para la incorporación de un fármaco a la cartera sanitaria de un estado miembro, desde su aprobación por parte de la Agencia Europea de Medicamentos, es de 180 días. En España, según los últimos datos oficiales, estamos en 629». Además, añade, la tendencia reciente es nefasta: «En lo que respecta a fármacos oncológicos, la disponibilidad ha pasado del 61% al 57%».
Otro de los lastres del sistema sanitario español, lamentan desde Aecmm, es la «falta de equidad en el acceso a la innovación». Por eso, reclaman a las administraciones públicas una estrategia conjunta para todo el estado. Fármacos, tratamientos y métodos de detección temprana no llegan de la misma forma a todas las comunidades. «Esto no ocurre sólo entre regiones, sino también entre hospitales de una misma zona», incide Fernández. «La vida de una paciente depende, ya no sólo de la comunidad en la que viva, sino del centro en el que sea atendida».
LA VACUNA COMO COMPLEMENTO A OTROS TRATAMIENTOS
La búsqueda de una vacuna efectiva contra cualquier tipo de cáncer es una de las principales obsesiones de la comunidad médica y científica. Algunos expertos creen que durante esta década se producirán grandes avances, aunque otros prefieren ser más prudentes. En lo que respecta al cáncer de mama metastásico, la investigación se está centrando en las variantes terapéuticas. Su objetivo es «prevenir las recaídas una vez que se ha eliminado un tumor localizado o, al menos, reducir el riesgo de que vuelva a aparecer», explica Javier Cortés, director del IBCC de Barcelona. Actualmente, continúa, «se encuentran en fase de investigación incipiente, pero algunas están dando resultados prometedores en los ensayos». Teniendo en cuenta que el tumor busca siempre vías de escape, y más aún en los casos en los que hay metástasis, Rafael López, jefe del Servicio de Oncología Médica del CHUS, considera que una hipotética vacuna deberá «combinarse con otras armas terapéuticas sistémicas para lograr un resultado importante». Entre esos tratamientos, López confía en la efectividad de la inmunoterapia y la quimioterapia, combinadas con «diagnósticos tempranos que permitan ver las vulnerabilidades y debilidades del tumor». Respecto a las vacunas preventivas, se está avanzando bastante en estudios genéticos, pero no se esperan resultados en el corto plazo dada la heterogeneidad de la enfermedad.