n el auditorio del Hospital HM Sanchinarro ya no cabía un alfiler. El cáncer de mama interesa, muy especialmente, claro, si te ha tocado a ti o está en tu entorno, algo que es más que probable si tenemos en cuenta los datos: según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), 1 de cada 8 mujeres desarrollará un cáncer de mama a lo largo de su vida. En concreto, la SEOM afirma que en 2024 se diagnosticarán 36.395 nuevos casos en España, donde el de mama es el tumor más frecuente entre las mujeres. Lo bueno: cada vez se diagnostica más y cada vez antes. Y más: se calcula que uno de cada tres cánceres podrían evitarse si las personas tuviésemos estilos de vida más sanos, ya sabes: con deporte y sin tóxicos como el tabaco o el alcohol -“no hay ninguna cantidad de alcohol segura, y en todo caso sería cero”, recordará a lo largo de su intervención la doctora Eva Ciruelos, jefa de la Unidad de Cáncer de Mama de HM Hospitales-.
El lema de esta edición de la jornada era ‘Prevenir y tratar mejor’, y como el movimiento se demuestra andando, empezó así, con movimiento, en una sesión que incluyó información sobre salud cardiovascular y nutrición, y ejercicio físico.
Después, ya en el auditorio, dieron la bienvenida al evento el presidente de HM Hospitales, el doctor Juan Abarca Cidón, el doctor Antonio Cubillo, director HM CIOCC, la mencionada doctora Ciruelos y la doctora Ana Delgado, coordinadora de radiodiagnóstico. Si en este prólogo se transmitió una idea clave esta fue: si hay algo que puede mejorar la situación, con los medios actuales, ese algo es más diagnóstico temprano y más calidad de vida durante el cáncer de mama gracias al deporte. También en este prólogo se previno contra uno de los grandes enemigos actuales, el exceso de información sin filtro. “Como por ejemplo cuando alguien habla de cosas que te pueden librar de la quimioterapia”, explicó Ciruelos. Hacer caso a este tipo de mensajes sin base científica -el último caso que saltó a los medios fue el de la modelo Elle McPherson-, puede tener consecuencias muy negativas. De ahí que el papel de las asociaciones de pacientes cobre cada día mayor relevancia.
Cáncer de mama hereditario. Soy portadora de una mutación
La primera mesa redonda, en la que participaron las doctoras María José Barrera (Ginecología), Manuela Parras (Radiología), Raquel Bratos (Oncología Médica), el doctor Israel Iglesias (Cirugía Plástica) y una paciente oncológica, trató sobre el cáncer de mama hereditario. Se hizo mucho hincapié en la idea de que el hecho de que se apellide ‘hereditario’ no significa que necesariamente la persona lo vaya a sufrir, una idea angustiante y demasiado extendida, se explicó.
En la mesa redonda se abordó con detalle cómo se debe actuar ante cualquier sospecha de que en el futuro se pueda sufrir este tipo de cáncer (los hospitales que disponen de una unidad de Oncología Familiar son clave en el proceso), lo que pasa, evidentemente por una mayor vigilancia. Se desterró el mito de que la mastectomía total profiláctica sea el mejor camino a seguir por las personas con riesgo familiar y se subrayó cómo, sin duda alguna, el mejor método de diagnóstico a día de hoy es la resonancia magnética, muy superior a la mamografía en eficacia a la hora de detectar precozmente la existencia de un tumor.
¿Por qué, entonces, no se hace extensivo el uso de este método diagnóstico? Por razones meramente económicas, se señaló desde la mesa de expertos.
Las asociaciones de pacientes, clave
La doctora Ciruelos señaló la importancia de las asociaciones de pacientes a la hora de obtener información de calidad sobre el cáncer de mama. “Llegan adonde los médicos no llegamos”, dijo en referencia al hecho de lo limitado del tiempo que los médicos pueden dedicar a los pacientes en consulta. La importancia que han cobrado estas asociaciones justificaba la segunda mesa redonda de la jornada, titulada Asociaciones de pacientes: qué son y cómo puedo unirme, donde participaron la psicooncóloga Susana Garrido, Marcelo Ruiz Torres, de la Asociación AMOH y Estefanía García y Silvia López, de la Asociación MIRA-T. En la mesa se habló de qué hacen exactamente este tipo de asociaciones, y también de cuáles son los beneficios para los pacientes de acercarse a ellas. La importante labor de información y acompañamiento que realizan ocupó el primer plano durante la media hora que duró la sesión.
¿Deporte en el cáncer de mama?
La tercera y última mesa redonda rompió con otro mito muy extendido, el de que las mujeres que sufren cáncer de mama deben entrar en una especie de estado ‘suspendido’, enclaustrarse en sus casas mientras dure el proceso y convertirse en criaturas permanentemente abrazadas a un cojín de su sofá. La ginecóloga y divulgadora Mercedes Herrero, la especialista en oncología radioterápica Raquel Ciérvide y la doctora Beatriz Fuertes (HM CIEC) fueron las encargadas de romper con esa imagen estereotipada y que no resulta de gran ayuda a las mujeres que atraviesan la enfermedad.
En la mesa se habló de la importancia del ejercicio físico y la nutrición tanto en la prevención como en el tratamiento del cáncer de mama. Respecto a la primera, “la concienciación social de que el cáncer es ya la primera causa de muerte en Occidente, y que uno de cada tres casos de cáncer es evitable mediante estilos de vida saludables, es necesaria desde la infancia y adolescencia en nuestro sistema educativo”, había destacado previamente la Dra. Ciruelos.
En cuanto al segundo, el tratamiento, se habló sobre cómo hacer compatible la vida durante el cáncer de mama con el deporte, y los beneficios de éste sobre la salud física y mental. Como es bien sabido, la práctica del ejercicio físico (y no hablamos de escalar el Everest, sino de movilizar el cuerpo, lo que puede empezar por comprometerse con una buena caminata diaria) tiene efectos beneficiosos sobre el organismo que empiezan por la liberación de endorfinas, sustancias generadas por nuestro cuerpo que funcionan en el cerebro como un analgésico natural. El ejercicio, sumado a una buena alimentación (lo que no tiene por qué ser sinónimo ni de desagradable ni de aburrido), pueden convertirse en un gran cómplice de los tratamientos. Todo es ponerse. En este caso, contra el cáncer.
Las prótesis… no son para siempre
Fueron varias las asistentes al evento que se interesaron por las prótesis de mama, cuáles eran mejores, cuáles las compatibles con la radioterapia, cuál era su duración y qué hacer en caso de rotura (una de las asistentes estaba atravesando esa situación). Al respecto, durante la primera mesa de la jornada, los especialistas transmitieron ideas muy interesantes. La primera: que no existen las prótesis para siempre o a prueba de bombas. Según el doctor Israel Iglesias, especialista en Cirugía Plástica vinculada al cáncer de mama, pese a lo que puedan decir los fabricantes, ninguna prótesis dura eternamente, ya que, sencillamente, se desgastan y se fragilizan con el tiempo. De media, calculó que la duración de una prótesis es de 15 años. Lo que no significa, puntualizó en respuesta a una pregunta de una de las asistentes, que haya que pedir ‘recambio’ al cumplirse ese plazo. “Creo que si la prótesis está bien y no da problemas no hay que cambiarla”, explicó. También explicó cómo en los casos en que se ha tratado la mama con radioterapia, la tendencia es a evitar las prótesis de silicona y a realizar las reconstrucciones con tejido propio -principalmente grasa y piel extraídos del abdomen si ello es posible- porque una mama radiada suele ser más reactiva a los cuerpos extraños (como son las prótesis de silicona) y las posibilidades de que los encapsule aumentan en gran medida. Cuando una paciente contó que recientemente se había roto su prótesis y expresó su preocupación por que la silicona se extendiese por su cuerpo, el doctor Iglesias la tranquilizó. Por supuesto, explicó, esa prótesis había que cambiarla, pero en ningún caso la silicona iba a extenderse sin control por el cuerpo, ya que las actuales ya no contienen líquido, sino un gel cohesionado. Sí que es posible, dijo, que en una situación así partículas de silicona acaben desprendiéndose de la prótesis, y lo más habitual es que acaben en los ganglios de la axila, pero, insistió, ningún estudio de los realizados hasta la fecha ha revelado que esta situación resulte dañina para la paciente.