Investigadores españoles de la Universidad Politécnica de Madrid, en colaboración con el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, han realizado un estudio tras el que han demostrado que la realización de un programa de ejercicio físico específico y supervisado por un profesional sanitario, puede ser beneficioso para las pacientes de cáncer de mama.
Esta enfermedad, según recoge la Agencia SINC, no sólo ocupa el primer puesto de causas de muerte por cáncer en mujeres sino que se prevé que una de cada ocho lo padecerá a lo largo de su vida. Y lo que suele ocurrir es que, según los expertos, la mayoría de las mujeres que pasan por esta enfermedad, sobre el 70%, reducen considerablemente su actividad física, hecho que provoca trastornos asociados a los efectos secundarios de los tratamientos, influyendo de manera negativa en su salud y calidad de vida.
Por ello, los investigadores compararon a dos grupos de mujeres, uno que mantenía su estilo de vida habitual y otro al que se le aplicó un programa de ejercicio específico con el fin de paliar estos efectos secundarios. De un total de 94 mujeres de la Comunidad de Madrid, los resultados determinaron que quienes participaron en el programa de ejercicio mejoraban su calidad de vida, su capacidad cardiovascular y reducían su fatiga crónica.
Estos beneficios, además, ayudaron a cambiar el estilo de vida de la paciente ya que seis meses después de haber finalizado el tratamiento seguían practicando ejercicio físico durante su tiempo libre. Asimismo, los expertos creen este tipo de programa de ejercicio supervisado podría prevenir otro tipo de enfermedades que son determinantes para la reaparición de un tumor y para su supervivencia.
Para Soraya Casla, una de las autoras del estudio y miembro del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama, este tipo de investigaciones “acerca mucho más a cambiar la perspectiva de los tratamientos, siendo más integral y tratando aspectos de la salud de los pacientes que tendrán un impacto a largo plazo”.