Fuente: www.elmedicointeractivo.com
Los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana (EEUU) han descubierto nuevos mecanismos moleculares que podrían ayudar a prevenir los efectos secundarios graves de la quimioterapia utilizada para tratar a pacientes con cáncer de mama.
Las antraciclinas pertenecen a una clase de agentes de quimioterapia que se usan para tratar una variedad de cánceres y siguen siendo una parte importante de la terapia para pacientes con cáncer de mama de alto riesgo. Si bien son efectivos para mejorar las tasas de curación, también pueden causar daño cardíaco grave, incluida la insuficiencia cardíaca, que a menudo es irreversible.
“Esto tiene una importancia clínica crucial para las pacientes con cáncer de mama, ya que no existen estrategias comprobadas para la prevención o intervenciones para la cardiotoxicidad”, ha señalado Xi Wu, primera autora de la publicación.
Además, no hay biomarcadores clínicamente indicados para predecir qué pacientes corren el riesgo de desarrollar este efecto secundario antes de comenzar un tratamiento basado en antraciclinas. “En nuestra publicación, proporcionamos mecanismos moleculares por los cuales una variante genética previamente identificada por nuestro grupo puede conducir al desarrollo clínico de cardiotoxicidad inducida por antraciclina en pacientes”, ha añadido.
El trabajo realizado por el laboratorio Schneider en el Vera Bradley Foundation Center for Breast Cancer Research en el IU Melvin and Bren Simon Comprehensive Cancer Center y dirigido por Xi Wu, PhD, se ha publicado recientemente en ‘Nature Communications’.
Investigaciones anteriores del laboratorio de Schneider sugirieron que las personas pueden tener más probabilidades de experimentar daño cardíaco grave, conocido como cardiotoxicidad, después de recibir quimioterapia con antraciclinas según su genética, pero no ha habido suficiente información para determinar qué genes específicos son independientes de otros trastornos cardíacos por factores de riesgo.
Wu y sus colegas utilizaron cardiomiocitos pluripotentes derivados de células madre, que son las células responsables de contraer los músculos del corazón, para demostrar que una variante genética heredada disminuyó la capacidad de las células para contraer los músculos del corazón después de haber estado expuestas a la doxorrubicina, un fármaco de quimioterapia con antraciclinas.
“Sabemos que es complicado equilibrar la toxicidad necesaria para eliminar las células cancerosas y, al mismo tiempo, proteger el resto del cuerpo sano de un paciente. Estos hallazgos pueden ayudarnos a comenzar a comprender por qué algunos pacientes pueden tener un mayor riesgo de desarrollar este devastador efecto secundario, pero se necesita más trabajo para diseñar estrategias para prevenir de manera efectiva que esto ocurra. Este emocionante trabajo es un gran paso en esa dirección”, ha afirmado Bryan P. Schneider, profesor de oncología Vera Bradley en la Facultad de medicina de IU, quien es también autor principal de la publicación.
Cardiotoxicidad como efecto secundario
Sus hallazgos también descubrieron un valor potencial inesperado para la dexametasona, un pretratamiento con esteroides que se usa de forma rutinaria para prevenir las náuseas y las reacciones alérgicas. Este fármaco, o quizás otros fármacos que funcionen de manera similar, pueden ser una estrategia clave para minimizar la cardiotoxicidad como efecto secundario de la quimioterapia. Se está trabajando más para explorar más a fondo el enfoque óptimo.
En última instancia, el objetivo general de este trabajo es ayudar a los médicos a comprender el nivel de riesgo de ciertos pacientes antes de que usen una terapia basada en antraciclinas y también minimizar la posibilidad de insuficiencia cardíaca para aquellos con alto riesgo.