Fuente: www.elperiodico.com
El de mama es uno de los cánceres que cuentan con una subclasificación biológica más avanzada, lo cual permite una medicina más personalizada y precisa. Existen cuatro tipos de cáncer de mama. En primer lugar están los hormonodependientes (también denominados hormonosensibles o luminales), que son aquellos que dependen de las hormonas, especialmente de los estrógenos, y que suponen el 70% de los cánceres de mama. Dentro de los tumores hormonodependientes existen, a su vez, dos subtipos: los de tipo A (con mejor pronóstico, pero poco sensibles a la quimioterapia) y los de tipo B (con un pronóstico algo peor, pero sensibles a la quimio). A estos dos tipos de tumores hormonodependientes se dirige el nuevo fármaco Verzenios, desarrollado en España a partir de la molécula abemaciclib y que duplica la supervivencia de las pacientes que tienen metástasis.
En tercer lugar están los tumores HER2 positivo, que suponen entre el 15% y el 20% del cáncer de mama. Son aquellos que tienen la proteína HER2 muy sobreexpresada. Actualmente existen fármacos dirigidos específicamente contra esta proteína. Y, por último, está el tumor triple negativo, que no encaja en ninguna de las anteriores clasificaciones y que también representa un 15% del cáncer de mama. El triple negativo es un tumor muy agresivo que afecta sobre todo a mujeres jóvenes. De momento, no existen fármacos contra él, por lo que se combate solo con quimioterapia. Sin embargo, las recientes investigaciones apuntan a que la inmunoterapia podría ser efectiva en este tipo de cáncer de mama.
“El principal avance en supervivencia del cáncer de mama se ha producido en los estadios iniciales de la enfermedad”, explica María José Lallena, investigadora y directora del centro de I+D de Lilly España, la farmacéutica que ha desarrollado el fármaco Verzenios para tumores hormonosensibles. “En esta fase y según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) -prosigue Lallena-, las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama con posibilidad de estar libres de recaída a los cinco años tras el diagnóstico se situaba en torno al 70% en los años 80. En la actualidad, el porcentaje se aproxima a casi un 90%”. Únicamente entre un 5% y un 10% del cáncer de mama es hereditario.
La salud ósea
Los inhibidores de aromatasa son medicamentos necesarios para el tratamiento del cáncer de mama como terapia posterior a la cirugía, a la quimioterapia o a la radioterapia. Deben aplicarse durante cinco años. Pero los ensayos clínicos demuestran que estos inhibidores tienen efectos sobre el hueso: es decir, la mujer sobrevive al cáncer de mama, pero a expensas de perder masa ósea. Esto es, de desarrollar osteoporosis.
“Tenemos fármacos para evitarlo. Por eso recurrimos a agentes antirresortivos, como los bifosfonatos o el Desonumab, en el contexto precoz de pacientes que se han operado y están recibiendo tratamiento hormonal para no recaer”, explica Meritxell Bellet, oncóloga de Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO). Existen pruebas diagnósticas para detectar precozmente estos problemas, como la densitometría ósea. El diagnóstico precoz, sumado a los diferentes tratamientos farmacológicos para combatir la pérdida de masa ósea, ha permitido mejorar la calidad de vida de las pacientes con cáncer de mama.