[vc_single_image image=”20345″ img_size=”333×450] Clásicamente, la linfadenectomía axilar ha sido considerada como una parte esencial del manejo quirúrgico del cáncer de mama en estadios iniciales y como un elemento fundamental para la estadificación del tumor y es conocido que la metástasis axilar constituye un factor pronóstico respecto a la diseminación loco-regional y a distancia, especialmente cuando el número de ganglios afectos es igual o superior a tres.
Ensayos recientes han cuestionado la necesidad de realizar linfadenectomía axil·lar en pacientes de bajo riesgo sometidos a cirugía conservadora e irradiación completa de la mama, incluso con metástasis en 1 o dos ganglios axilares. La evidencia para ello es, actualmente, limitada y restringida a cierto tipo de pacientes, no siendo extensible a pacientes mastectomizadas, con terapia neoadyuvante o con irradiación parcial de la mama.
¿Podemos establecer una buena indicación terapéutica sin la información que proporciona la axilar? ¿Necesita el oncólogo radioterápico esta información?
Mientras los oncólogos médicos, con la ayuda de patólogos y biólogos moleculares, toman decisiones terapéuticas en base a herramientas cada vez más sofisticadas relacionades con la biología tumoral, las recomendaciones clínicas para terapia adyuvante, en la pràctica diaria, todavía recaen en gran medida en factores pronósticos tradicionales entre los que el nº de ganglios afectos sigue ocupando un lugar importante.
¿Puede el patólogo aportar información que substituya el número de ganglios metastásicos y realizar una evaluación de riesgo basada en la biología del tumor?